Esta semana mi amigo Nacho, que es trombonista, viajó a Chicago donde le hicieron un trombón a su gusto. La historia está en que él explicaba como queria que sonase el trombón. El empleado de la fábrica, que además de ser también trombonista es ingeriero, según iba viendo como sonaba iba cambiando las piezas: la vara, la campana, el tudel, etc.
Al final de la mañana tenía un trombón personalizado.
viernes, 19 de septiembre de 2008
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